
En el aspecto religioso Albacete contó con la presencia de los jesuitas a quienes les fue cedida en 1709 por el Obispo de Murcia, Cardenal Belluga, la ermita de la Purísima, que se reconstruiría. Con la colaboración de don Diego Cantos, la Compañía de Jesús establecería un colegio anejo en el que habría de haber enseñanzas de primeras letras y Gramática, así como cátedras de Filosofía y Teología. Al ser expulsados los jesuitas en 1767 -como en el resto de España-, colegio e iglesia pasaron a patronato municipal, separándose ambas dependencias; en aquel puso el Ayuntamiento en 1769 un maestro de primeras letras y un preceptor de latinidad; el templo no se abriría al culto hasta 1772 en que fue trasladado procesionalmente el Santísimo desde San Juan, quedando la Purísima como iglesia adjutriz.
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